jueves, 27 de octubre de 2011

Capítulo 1: Sólo cuatro meses.

Entré en el despacho del director y después de media hora, lo que a mi me pareció una eternidad, salí de allí. Con el sermón que me había dado aún en mi cerebro. Me dirigí por el pasillo, que ahora mismo estaba vacío, hasta mi clase. Y, en el momento que iba a abrir la puerta, cuando mi mano se posó en el picaporte, otra mano se posó sobre mi hombro.

-Hola, cariño -oí
-¿Justin? -me giré y lo vi, con su prepotencia de siempre- Que pesado eres, déjame ir a clase.
-¿A qué? Las clases no sirven para nada.-se apoyó en la pared.
-Eso piensas tú, que tienes tu futuro todo planeado, ¿vivir de papá y mamá, no?
-Oye, no hables de mis padres, ¿vale? -se notaba que había tocado un tema del que no le gustaba hablar- No me conoces, ni conoces a mis padres. Así que mejor, cállate.
-Mira, Justin. -dije- No sé que coño te ha dado conmigo ahora, pero ya tengo suficientes problemas. No me amargues la vida, anda.
-Yo te amargo lo que quiero, corazón -susurró.

Le iba a contestar, pero el sonido del timbre me volvió a interrumpir. "Siempre tan oportuno" pensé.

-Anda, vete a clase. -dijo burlándose de mi- No vaya a ser que te vuelva a ver en el despacho del director por llegar tarde. Nos vemos.-añadió alejándose.
-En tus sueños -grité.
-Allí estaré.

No lo soportaba. De verdad que no podía con él. Cada día que pasaba me repugnaba más y más. Cuatro meses, sólo cuatro meses. Y después entraría en Yale o en Standford. Y allí me haría organizadora de eventos, en mis ratos libres jugaría al baloncesto y saldría con Ryan. Un futuro perfecto. Al menos eso pensaba yo. Iba caminando por el pasillo, hacia mi próxima clase, latín. No iba pensando en nada, y de pronto, cuando menos me lo esperaba, una mano salió del cuarto de la limpieza y me arrastró a dentro. Estaba oscuro y no alcanzaba  a ver quién era la persona en sí.

-¿Ryan? -me atreví a decir. -¿Eres tú?

Agarró el cordel que encendía la luz y tiró de él. Y si, era Ryan.

-Tonto, me asustaste. -dije golpeándole el hombro.
-Lo siento, no era mi intención.- Sonrió.

Se acercó a mi y me besó. Y mientras me estaba besando cerró con pestillo la puerta de aquel cuchitril. Yo ya le veía las intenciones y, bueno, me daba morbo hacerlo en el colegio, así que no paré. Con cada beso me cortaba la respiración y cada vez que nos separábamos para respirar el me miraba y sonreía.

-No me puedo creer que seas mía. -susurró.

Nos volvimos a besar, con más ímpetu que antes, esta vez le besé yo. Le quité la camisa que tenía puesta, y la camiseta que llevaba por debajo. Él, mientras, me besaba el cuello e iba bajando a medida que yo le desabrochaba los pantalones. Me quitó el jersey y la camiseta que llevaba puesta yo  y cuando acabe de desabrocharle el pantalón, oímos un ruído. Era el picaporte de la puerta, alguien estaba intentando entrar. Nos vestimos lo más rápido que pudimos y salimos. Pensamos que era lo mejor, que el conserje nos echara una bronca y fuera, pero no era el conserje. Hubiera preferido que lo fuera.

-Otra vez tú, cariño.
-Justin, deja de llamarme cariño.-Refunfuñé.
-¿No era que querías ir a clase y blah-blah-blah?-preguntó
-Oye, eso no es cosa tuya. -interrumpió Ryan.
-No, lo siento, es verdad.-dijo- Bueno, ¿y qué tal el polvo?

Y lo que sucedió después no me lo hubiera imaginado nunca. Ryan, me apartó para atrás y le pegó un puñetazo a Justin en la cara. Yo intentaba apartarlo, pero no era capaz. No paraba de gritarle que parara, pero no me hacía ni caso. Debimos hacer mucho ruido, porque el sr. Hoffman salió de clase y los apartó.

-¿Qué pasa aquí?-preguntó- Tú-dijo señalando a Justin- Vete a la enfermería a que te vean eso. Y tú, srto. Butler, vete inmediatamente a dirección. Y, como siempre,la srta. Jones por el medio, ¿no?
-Ella no tiene nada que ver con esto.

Lo dijeron Ryan y Justin a la vez. ¡Vaya! Por una vez se ponen de acuerdo. Ryan se fue, como el sr. Hoffman le había indicado, al despacho del director. Y yo decidí ir con Justin a la enfermería, quería pedirle perdón en nombre de Ryan. Cuando llegamos la enfermera no estaba y yo, como había dado un curso de Primeros Auxilios, decidí que podía hacerle las curas yo misma. Le estaba limpiando la sangre de la nariz y de la ceja.

-No tienes porqué hacer esto. -dijo Justin.
-No vayas de bueno, ¿quieres? Lo hago sólo porque, no creo Ryan hiciera lo correcto. Aunque tú... siempre tan indicado. ¿Por qué no nos dejas en paz?

Justin giró la cabeza y miró a otro lado.

-Respóndeme, Justin, ¿podrías dejarnos en paz?

Justin se levantó de la camilla, agarró el algodón que estaba en mi mano y con la misma prepotencia de siempre dijo.

-Nunca.

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