lunes, 24 de octubre de 2011

Introdución.

Stratford, 10 de febrero, 07:00 de la mañana.



Suena el despertador. "Otro día más", pienso. Le doy un golpe para que se apague, me doy la vuelta y cierro los ojos cinco segundos más, después, aparto la manta y pongo mis pies en el suelo. Un suelo frío. Levanto los pies de golpe, ¿dónde estarán mis zapatillas? Las busco sin poner los pies en ese suelo tan helado. Apoyo mi estómago en la cama y meto la cabeza debajo de la misma. ¡Ahí están! Las cojo y me las pongo en los pies. Bajo las escaleras en dirección a la cocina. Normalmente estaría mi padre haciendo el desayuno, pero no ese día, ni esa semana, ni ese mes. Ese mes tendría que prepararme el desayuno yo misma, para mí y para mi hermano pequeño, Derek. ¡Derek! Se me había olvidado despertarlo. Subo otra vez las escaleras, y despierto a mi hermano.


-Cinco minutos más, por favor.-replicó.
-No, Derek, venga, levántate, luego llegamos tarde.
-Vale, ya voy.


Le doy un beso en la frente, como todos los días, para que no se enfade por despertarlo. Bajo otra vez las escaleras, esta vez, con Derek al "cabalicho". Le preparo unas tortitas y yo desayuno cereales.


-Mientras yo me voy a la ducha, tú recoge esto y haz la mochila, ¿vale?
-Vale -me dio un beso en la mejilla.- Pero espabila, ¡eh!
-Claro, corazón.


Subí hacía mi habitación [ http://weheartit.com/entry/16296481 ], me duché y me vestí [ http://www.polyvore.com/love_me_let_go/set?id=38629247 ] Bajé y Derek estaba viendo Bob Esponja.


-Venga, Derek, apaga eso y vámonos.-dije
-Voy, voy.
-Dereeeeeeeeeeeek.
-Vale, que pesada eres a veces -susurró.
-¿Qué has dicho?
-¿Que eres la mejor hermana que existe? -sonrió
-Anda, pasa.


Abrí la puerta del garaje, me metí dentro del coche y ayudé a Derek a ponerse el cinturón. Lo acerqué hasta el colegio, el "Bedford Public School" y me dirigí al mío, el "Stratford Northwestern".


[¡STOP! Creo que deberíais saber algo más de mi antes de seguir la historia, ¿no? Me llamo Summer Jones, tengo diecisiete años, en dos meses cumplo dieciocho y como he mencionado antes, voy en el "Stratford Nortwestern". Vivo en Stratford, evidentemente, desde que nací. Mi madre murió al dar a luz a mi hermano Derek, hace ya 9 años. Mi padre nunca está en casa, siempre está trabajando. Trabaja en la industria del cine, como productor. Siempre está viajando a Los Ángeles, tiene hasta casa allí, ahora mismo está rodando una película, por eso no va a estar en casa durante este mes. Lo que más me gusta en esta vida es jugar al baloncesto, bueno, y escuchar música. Pero el baloncesto es una forma de escape de toda la mierda que me echan encima todos los días. Recuerdo que mi padre me enseñó  a jugar con cinco años y jugábamos todas las noches, pero cuando murió mi madre dejó de ser el mismo. Desde aquella no he tenido una buena relación con él. No me malinterpretéis, tampoco me llevo mal. Simplemente, no me llevo, no hablamos mucho, no tenemos relación. Bueno, hasta aquí mi historia. Por ahora]


Llegué al colegio y aparqué lejos de la puerta, me gustaba entrar andando. Miré a un lado, las animadoras y justo detrás los jugadores de fútbol americano. Babeando por ellas. No puedo evitar soltar una risita. Eran demasiado patéticos. Cuando me dispuse a girarme dos manos se posaron sobre mis ojos y sentí el calor que tanto extrañaba por las noches. Me giré, hay estaba mi precioso Ryan, el niño más guapo del colegio, de todo Stratford me atrevería a decir. Aunque sólo fuera ante mis ojos. Me acerqué a sus labios y los rocé.


-Odio que hagas eso.-dijo.
-¿Por qué?- Aunque ya sabía la respuesta, me encantaba picarlo.
-Ya sabes porqué. -respondió- Siempre me dejas con las ganas.


Me volví a acercar a él y esta vez le besé de verdad. Pero nos interrumpió el timbre, seguido de un "Parar a respirar" del querido Justin. Nótese la ironía. Justin, ¿cómo describir a Justin? Justin es el típico jugador de fútbol, prepotente, odioso pero guapísimo que se tira todo lo que se mueve, mejor dicho, todo lo que anime. No le importan los sentimientos de nadie más. Sólo le importan él, él y él. Nunca me cayó bien, tampoco lo soporté nunca. No quería tampoco. Siempre se estaba metiendo en líos y, sobre todo, metiéndose con los demás. Ryan tampoco lo soportaba y en ese momento iba a ir a junto de él, pero yo le agarré del brazo.


-No vale la pena.
-Lo sé. -dijo- Pero es que no puedo con él.
-No vale la pena.-repetí.


Entré en clase, allí como siempre estaban las "pijas" o las "pococerebro" como las llamo yo. Hablando probablemente de con cuantos se habían liado ese fin de semana, o de que color se iban a pintar las uñas. Yo prefería centrarme en la Universidad, quería entrar en Standford o Yale el año que viene para estudiar Publicidad y Relaciones Públicas. Entró el sr. Hoffman en clase y las "pococerebro" se sentaron. Como siempre, Brenda se sentó en la mesa que está al lado de la mía.


-Hola, Summer. ¿Qué tal este fin de semana?
-Sé que no te interesa, Brenda. Estás esperando a que te lo diga para decirme que no te interesa.
-Vete a la mierda, Summer.
-Lo intentaré, pero no tengo el Google Maps en el móvil.
-Eres lo peor.
-Gracias. -sonreí.


Y entonces me di cuenta de lo que habían estado hablando las "pococerebro". Me di cuenta demasiado tarde, se las habían arreglado para mandarme al despacho del director. Le habían hecho una travesura al profesor y, todavía no sé como, se las arreglaron para inculparme. Las "pococerebro" parecían más listas de lo que pensaba. En fin, que allí estaba yo, Summer Jones, por primera vez en el despacho del director por "mal comportamiento". La secretaría me mandó esperar en el pasillo y lo hice. Mientras estaba allí oí gritar al director. "Un vándalo" pensé. Y después de lo que conté como veinte minutos salió...¡Sorpresa! ...Justin del despacho.


-Hola, cariño. -me dijo- ¿Eres una chica mala ahora?
-Muérete, Justin. -le repliqué.
-Por tus huesos, corazón.


Me guiñó un ojo y se pasó de largo. No sin antes darme una palmada en el culo a lo que yo respondí con una bofetada.


-No me vuelvas a tocar, Bieber. -grité- Te lo advierto.
-Me gustan las que se hacen de rogar.


Me lanzó un beso y se fue. Dios, que asco me daba.

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